viernes, 6 de septiembre de 2013

Ya jubilado, el cassette cumple 50 años

Fue creado por Philips hace medio siglo y lanzado al mercado al año siguiente. Hoy está prácticamente en desuso por el CD, las descargas digitales y el mítico renacer del vinilo. Pero logró marcar una época y a varias generaciones dentro de la cultura de escuchar música 

Ya está más cerca del retiro que de ser usado y es mucho más probable encontrarlo en un muestrario de antigüedades que en la casa de cualquier persona, pero así y todo el cassette acaba de cumplir cincuenta años de vida y es hoy, muchas canciones y grabaciones después, recordado como el primer objeto que permitió la reproducción doméstica (e ilegal) y marcó, a caso sin quererlo, el comienzo de la crisis del mercado discográfico.
Medio siglo de sonidos, rebobinados y avanzados.
La "cajita" de grabación de sonido fue creada por Philips en 1962 y lanzada al mercado al año siguiente. No tardó nada en converirse en un modo de escuchar música, pese a que jamás logró alcanzar la fidelidad ni la fascinación del vinilo ni la calidad de su sucesor, el CD.
Sin embargo, esa práctica cajita plástica con cinta resultó ser mucho más cómoda y portable que un LP y en esos diminutos carreteles de cinta entraban muchos más temas que en los viejos simples. Para la década del 80, cuando ya se había producido una pequeña revolución en la calidad de las cintas y el audio, el cassette vivió su mayor auge.
Al mercado además se sumó la entrada de los cassettes vírgenes, lo que para muchos bien podría definirse como el primer paso formal en el largo camino de la piratería casera. Bastaba comprar un LP, y luego habría una decena de copias en cassette dando vueltas en miles de casa.
Enseguida llegaron los equipos doble cassettera, que ayudaron a perfeccionar el sistema y así lograr hacer copias de los propios cassettes. Con la llegada de los doble cassettera, surgieron quienes se dedicaban a compilar música y realizar los famosos enganchados que solían ser escuchados y bailados en las fiestas.
Tal vez por su notable incidencia en la vida cotidiana sea que, con su ocaso, el cassette dejó tras de sí innumerables rituales, como el de los largos minutos de trabajo con una lapicera para rebobinar manualmente o como aquellas esperas interminables a que la radio pasara "ese" tema para poder grabarlo. O la sincronización exacta que exigían los doble cassettera para copiar un disco o un tema. O el armado de compilados caseros con duración firmemente estipulada (60 o 90 minutos, más raramente 120).
Cuando salió al mercado, se vendían millones de discos pero todos sabían que al prestarlo a los amigos ese material sería copiado en cassette. En el plano comercial y de costumbres fue una verdadera explosión, porque los "vírgenes" costaban poco y empezaban a poder escucharse en dispositivos portátiles.
Cuando el cassette llegó al circuito comercial los discos eran la estrella de todas las bateas. Pronto permitió grabar los sonidos de la pasta al formato de la cinta y así piratear a gusto y en el hogar. La gran explosión, como se dijo, llegó en el preciso instante en que los vírgenes permitieron armar los famosos compilados de hasta 120 minutos.
Las compilaciones se creaban pasando largas horas con paciencia frente a la radio, esperando por la canción esperada para así soltar el botón de la pausa y dejar que los de "rec" y "play" hicieran lo suyo.
¿A quien mayor de treinta no se le trabó la cinta en el cabezal del equipo alguna vez, e intentó recuperar aquella grabación desarmando el cassette y cuidando siempre que no se fuesen a perder los tornillitos? ¿O quien no rebobinó la cinta utilizando una lapicera para que no se gastaran las pilas?
A raíz de la aparición del cassette en la vida cotidiana, surgió en el mercado un nuevo objeto de audio que para muchos se presentaba por aquellos años como un verdadero hallazgo del futuro: el walkman.
Este pequeño aparato que dio pie al fantástico mundo de poder escuchar música en cualquier parte, estando en movimiento o haciendo ejercicio, y sin molestar al resto valiéndose de los auriculares, fue sin duda uno de los disposituvos que permitió estirar un poco más la vida del legendario cassette.
Ya a los principios de los años noventa apareció otro hallazgo tecnológico con una calidad que, al menos en aquella época, parecía insuperable y difícil de imaginar: el CD, invento que revolucionaría al mundo de la música y así desplazaría al cassette, ya sin posibilidad de regreso ni siquiera como objeto de culto, como sí terminó ocurriendo años después con el LP.
Ahora, ya superado por el CD y las grabaciones en Mp3, quedó atrás incluso del objeto que presuntamente iba a liquidar: el disco en vinilo. Sucede que no es de avanzada tecnológica como el mp3 y no tiene carácter de culto como aún hoy conserva el vinilo. Su destino parece sellado, pero muchos corazones lo guardarán en su memoria. O en algún cajón de los recuerdos.


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